35 AÑOS DESPUES DE 1985.
Hay que sacar a la política de la religión, sostiene quien
se exiliara a Marruecos. Todo hijo de
buen vecino, tiene todo el derecho de exiliarse al país que le ofrezca mayor
seguridad, pero no deja de ser paradójico que uno se exilie a una dictadura
africana durante casi 40 años, 40 años sostenido por el régimen marroquí. Me
pregunto, si no hubiera sido más acertado exiliarse en Islandia, Finlandia o
Noruega y seguir desde allí con la lucha de los sin patria imaziguen del Norte de
Marruecos, de Ceuta y de Melilla. Agua pasada no mueve molino.
Me pregunto yo
si se está refiriendo a sacar la
política de la religión en el país que lo sostuvo y le dio cobijo, o se refiere
exclusivamente a la población de Melilla. Si es lo primero, recordarle que no
es la política la que ha de salir de la religión, sino la religión musulmana la
que tiene que salir de la Política, baste recordarle que en la Constitución de
Marruecos de 2011, sostiene en su artículo 41, que el Rey es el príncipe de los
creyentes musulmanes “Amir Al Mu-minin”, preside el Consejo Superior de Ulemás
encargado de estudiar las cuestiones religiosas que se le sometan, garante del
respeto al Islam, un Rey que ejerce por Dahir “Decreto” las prerrogativas
religiosas inherentes a la institución del Principado sobre los Creyentes, por lo
tanto, no congenia la máxima de sacar la política de la religión sino más bien
todo lo contrario, hay que sacar cuanto antes la religión de la política,
dejarla en el ámbito privado de todo individuo y garantizar su libre,
espontáneo y voluntario ejercicio, no más condenas de privación de libertad por
comer durante el Ramadán, en el país vecino.
Si por el contrario, el deseo o
propuesta de sacar la política de la religión, se hace a la población de Melilla,
no acierto a ver o atisbar el motivo por el que hubiera de tenerse en cuenta
esa opinión, la mezquita o lugar sagrado de rezo, es eso, lugar donde se reza,
y cualquier otra actividad que no sea rezar o profundizar en el conocimiento
religioso, se aleja totalmente de su finalidad, fruto todo ello, de una
libertad religiosa amparada ampliamente y constitucionalmente, otra cosa
distinta, es el uso torticero que un individuo desde su propia subjetividad y
particularidad quiera hacer desde una mezquita o lugar de culto religioso, un
individuo particular sin poder alguno para imponer objetivos político alguno
sobre los restantes individuos.
Francamente, después de 35 años, llegar a
concluir que hay que sacar la política de la religión, para mí es un pensamiento
muy pobre, y seguramente durante cuarenta años se aprenden muchas , aunque sea
bajo una dictadura, pero nada que tenga que ver con una auténtica libertad de
pensamiento o de manifestación, sencillamente porque esa libertad está
extirpada de toda una sociedad vecina.