viernes, 26 de julio de 2019

RECUPERANDO LA GLORIA PERDIDA






35 AÑOS DESPUES DE 1985.





Hay que sacar a la política de la religión, sostiene quien se exiliara a Marruecos.  Todo hijo de buen vecino, tiene todo el derecho de exiliarse al país que le ofrezca mayor seguridad, pero no deja de ser paradójico que uno se exilie a una dictadura africana durante casi 40 años, 40 años sostenido por el régimen marroquí. Me pregunto, si no hubiera sido más acertado exiliarse en Islandia, Finlandia o Noruega y seguir desde allí con la lucha de los sin patria imaziguen del Norte de Marruecos, de Ceuta y de Melilla. Agua pasada no mueve molino. 


Me pregunto yo si  se está refiriendo a sacar la política de la religión en el país que lo sostuvo y le dio cobijo, o se refiere exclusivamente a la población de Melilla. Si es lo primero, recordarle que no es la política la que ha de salir de la religión, sino la religión musulmana la que tiene que salir de la Política, baste recordarle que en la Constitución de Marruecos de 2011, sostiene en su artículo 41, que el Rey es el príncipe de los creyentes musulmanes “Amir Al Mu-minin”, preside el Consejo Superior de Ulemás encargado de estudiar las cuestiones religiosas que se le sometan, garante del respeto al Islam, un Rey que ejerce por Dahir “Decreto” las prerrogativas religiosas inherentes a la institución  del Principado sobre los Creyentes, por lo tanto, no congenia la máxima de sacar la política de la religión sino más bien todo lo contrario, hay que sacar cuanto antes la religión de la política, dejarla en el ámbito privado de todo individuo y garantizar su libre, espontáneo y voluntario ejercicio, no más condenas de privación de libertad por comer durante el Ramadán, en el país vecino. 


Si por el contrario, el deseo o propuesta de sacar la política de la religión, se hace a la población de Melilla, no acierto a ver o atisbar el motivo por el que hubiera de tenerse en cuenta esa opinión, la mezquita o lugar sagrado de rezo, es eso, lugar donde se reza, y cualquier otra actividad que no sea rezar o profundizar en el conocimiento religioso, se aleja totalmente de su finalidad, fruto todo ello, de una libertad religiosa amparada ampliamente y constitucionalmente, otra cosa distinta, es el uso torticero que un individuo desde su propia subjetividad y particularidad quiera hacer desde una mezquita o lugar de culto religioso, un individuo particular sin poder alguno para imponer objetivos político alguno sobre los restantes individuos. 


Francamente, después de 35 años, llegar a concluir que hay que sacar la política de la religión, para mí es un pensamiento muy pobre, y seguramente durante cuarenta años se aprenden muchas , aunque sea bajo una dictadura, pero nada que tenga que ver con una auténtica libertad de pensamiento o de manifestación, sencillamente porque esa libertad está extirpada de toda una sociedad vecina.