METÁFORA DEL RIF.
Un Rey, ha ordenado encerrar a todo su pueblo y a
extranjeros con ellos, el país entero se ha convertido en un presidio, nadie
puede escapar de él, y los últimos en hacerlo, han probado su pócima anti
huida, ráfagas de ametralladora de doce milímetros de diámetro, tal vez más,
suficiente para tumbar a varios elefantes simultáneamente.
Igualmente, ignora, que el alma nace libre y muere libre
aunque se afane en cerrarles la boca definitivamente. Cada semejante vivo es
una percepción inteligente, que traerá a la memoria el deber anímico de
reanudar el combate que yace soterrado desde hace muchos años. Quienes lo
alzaron Rey y Príncipe de los creyentes, ahora lo han convertido en Carcelero
de todo un reino, a cambio de más oro y plata de la que ya posee, pues es
adorador de los viles metales a cambio de la sangre de personas inocentes,
mientras Europa lisa y llanamente se lava las manos.
En este enorme antro, no caben más presos, las celdas de
castigo, las mazmorras y calabozos en su interior, están igualmente a rebosar,
donde solo huele a orina y a excrementos, a punto de acabar con los menos
fuertes, sin necesidad de desmembrarlos, y engordar con ellos a los cerdos o
fieras nativas.
Una población carcelaria, que no vive en el año 2018 del
siglo XXI, o en el año 1439, vive, una
víspera alargada e impaciente de un año similar a 1793 en Francia, de un mes de
enero, que le anuncie el final de esta pesadilla o mal sueño, que se tiene cada
día y cada noche de forma repetida, soñando toda ella, igualmente, en una
guillotina con vida propia que se pone a cortar cabezas sin piedad ni
misericordia porque la piedad y la misericordia se la llevaron los
colonizadores a sus tierras y a sus gentes, no dejando nada de ellas para los nativos
de estas tierras.
La Ley Soy Yo, ha ordenado el alistamiento forzoso de la
mitad de su gente encarcelada, varones y mujeres, y los habitantes-presos que
pueden huyen de lo que entienden una mayor desgracia que sumar a su propia tragedia
cotidiana. Lo hacen por ignorancia y por miedo, un miedo que les impide ver el
alistamiento como su máxima oportunidad, para liquidar de una vez por todas, este
estado de cosas, de una monarquía carcelaria que se dice descendiente de un
Profeta.
Una comunidad de personas prisioneras, que ignora, que no
serán los aires y los vientos que soplan desde el norte, los que los salven de
su privación de libertad y de justicia, en definitiva de su cautiverio, sino que habrán de enfrentarse a los hombres
de carne y hueso que proceden de la Capital y se desperdigan por todo lo ancho
del territorio, hay que dirigirse hacia ese núcleo desde donde nace y se
reproduce su miseria diaria. No es el Mar Mediterráneo la salvación, la
salvación esta en el combate a muerte contra el opresor o contra esta tiranía,
se llama REVOLUCIÓN.